Yo no inventé el closet, lo inventaste vos. ¿Te acordás cuando te cruzaste por la calle a esa parejita de Juan y José, y murmuraste entre dientes? ¿O cuando viste a María y a Julieta en el colectivo y te horrorizaste?
El closet lo inventaste vos, metete vos al closet. Tapate, escondete y después salí vos de ahí. Yo no quiero estar en el armario porque no me pertenece; las paredes son tus miedos, las puertas son tus prejuicios y la llave, la llave es ese deseo por controlar absolutamente todo a partir del “qué dirán”.
Yo no soy anormal hermanito, anormal es bañar todo con moralina y juzgar más a quien ama que al que delinque, es sentirse más amenazado por quienes se besan que por aquellos que matan.
El closet lo inventaste vos y quisiste escondernos allí. Pensaste que enterrándonos ya no nos ibas a ver, pero te olvidaste que éramos semilla.
Creíste que la tierra que todo asfixia nos podía callar, pero no. Muy a tu pesar nos juntó y nuestro llanto regó el vástago, y humedeció el barro que fue la arcilla con que construimos.
Pero no desde el closet porque es tuyo, si lo inventaste vos, hermanito. No le pertenece a Juan, ni a José, tampoco a María y menos a Julieta.
No te llenes de odio, hermanito, pensá. Pensá y, sobre todo, sentí que el amor no hace daño, hace la revolución.
Jere Tejada