David Alos
El pasado 27 de febrero, el elenco teatral independiente “Navengantes” presentó “La Parte Sumergida” en la Sala de Ensayos y Puestas Escénicas, en el marco del programa del Instituto Nacional del Teatro (INT) “El Teatro Argentino Celebra su Público”, con entrada gratuita y localidades agotadas.
Esta presentación fue “la última función”, por lo que inmediatamente se me viene a la cabeza la pregunta de ¿por qué escribir la crítica de una obra que, en principio, no se volverá a presentar? ¿Es necesario criticar una obra por el solo hecho de darle difusión para que la gente asista a sus unciones? Claro que eso les hubiera servido a lxs navegantes, pero este humilde periodista confía en que no será la última vez que esta obra verá la luz, como también confío en que este no fue el último ápice de creatividad y arte por parte del elenco, el cual creo aún tiene mucho para dar.
En fin, para no aburrirles con una perorata sin fin acerca de la razón por la que decidí escribir sobre la obra, avanzaré a hablar sobre la presentación en cuestión.
La parte sumergida trata de una travesía de dos amigos. Un viaje hacia el otro lado, del país o de aquel lugar al que necesitemos llegar. Es una historia que resiste cualquier “spoiler” porque no es importante el punto de partida, mucho menos el destino, lo único que importa es el viaje, lo que sucede, la experiencia de estar acompañadxs por Alan Herrera y Nacho Caro Vera. Es necesario decir que la producción está a cargo de la gran Maru Pérez y la dirección y dramaturgia bajo las órdenes del señor Daniel Zalazar.
La pieza tiene a dos actores en escena todo el tiempo, sabe jugar bien con la iluminación, en las manos de Fernando “El Jáchal” Torres, y con algunas proyecciones, a cargo de Valentina Pantano, que sirven para retratar ciertas historias del pasado de los personajes.
La escenografía está dispuesta sobre un carro de madera, que hace las veces de bote que los llevará por algunos ríos de la Argentina y que, el 90% de la historia, sucederá arriba de él. Los dos actores en escena se valen, también, de instrumentos musicales para atravesar algunos pasajes de la obra que logran una comunión interesante entre los actos que, a simple vista, parecen estar “desconectados” pero en lo fino tienen una coherencia imprescindible sobre todo que
todo para los tiempos que corren, en los cuales la humanidad es un rasgo más que necesario.
La música original de la obra podés encontrarla en spotify como “La Parte Sumergida” de Malaventura Sol. Es un EP de cinco canciones que no tienen desperdicio alguno.
En este punto creo importante responder la pregunta que me hice al principio de la nota: ¿por qué escribir la crítica de una obra que, en principio, no se volverá a presentar? Escribir una crítica del arte sanjuanino siempre es importante, porque es la demostración de que algo se mueve en la provincia, que se hacen las cosas bien, que hay mucho para disfrutar y que, si bien es verdad que es importante difundir y acompañar a los proyectos artísticos para que el público asista a los espectáculos, también es importante que el periodismo cultural sanjuanino esté a la altura y empiece a hablar de lo que pasa en la provincia y se tome en serio el evaluar lo que ve, lo que siente y lo que le pasa al público.
Desde ese lugar, la sala llena se rio a carcajadas, sufrió y se tensionó acompasadxs con los personajes de la obra, el teatro tiene eso de la autenticidad del público que cuando no transmite nada se nota al instante
instante y esta obra es todo lo contrario, te mantiene atento, embebido en cada detalle.
Como alguna vez dijo el ‘Che’ Guevara “Hay que endurecerse, sin perder la ternura jamás”, La parte sumergida es una obra infantil, para esx niñx que todxs tenemos adentro y deberíamos dejar salir a jugar más a menudo. Perdón, no solo dejarlo salir a jugar, sino dejarlo convivir con nuestro ser adulto más tiempo. Porque ese pequeño nos recuerda lo importante, lo imprescindible, por lo que vale la pena vivir y ¿por qué no? por lo que vale la pena morir.